Artículo escrito por Javier Giral Palasí.
Ustedes recordarán el ambiente de violenta movilización y de condena que se movilizó en forma de pulso contra el franquismo a escala internacional y pocos meses antes de morir Franco, debido a que los tribunales condenaron a muerte a 11 asesinos terroristas, repito asesinos, y de acuerdo a la legislación vigente en aquel momento. En el extranjero hubo una importante movilización gracias a la agitación de la izquierda internacional; las hordas izquierdistas asaltaron la embajada española en Lisboa, el socialdemócrata Olof Palme salió por las calles recaudando dinero para las familias de los terroristas, el masón presidente mejicano Luis Echevarría pidió la expulsión de España de la ONU, 12 embajadores occidentales abandonaran Madrid llamados a consultas por sus gobiernos, y el progre Pablo VI y sus obispos en España llamaban insistentemente a la clemencia, y dentro de la nueva línea en que la Iglesia postconciliar se alineaba pensando en su futuro y olvidando los servicios prestados por un régimen que había salvado a la Iglesia de su aniquilación en 1936. Sin embargo en España, Franco con 84 años lograba concentrar a un impresionante millón de personas el 1 de octubre de 1975 en la Plaza de Oriente, basta ver las imágenes, que acudieron a escuchar la tenue voz del viejo general y en apoyo del régimen.
Finalmente el régimen franquista, que si en el Proceso de Burgos de 1970 había indultado a todos los terroristas condenados a muerte, en esta ocasión indultó a seis y se fusiló a cinco terroristas del FRAP y de la ETA, de acuerdo a las sentencias judiciales. En aquellos años la pena de muerte era frecuente en la mayor parte del mundo. Por ejemplo, en Francia no se eliminaría hasta 1981. Pero la izquierda, sin importar que se trataba de terroristas, tal vez porque eran sus terroristas, hizo lo que mejor siempre ha sabido hacer: una campaña de agitación y propaganda a nivel internacional para debilitar al régimen franquista (el agitprop siempre en funcionamiento), aprovechando la ejecución de estos terroristas para presentarlos como “mártires de la libertad” y “luchadores por la democracia”, cuando en realidad eran asesinos y marxistas totalitarios. Actualmente se repite la misma cantinela y se silencia lo fundamental.
Pues esa misma izquierda antifranquista que celebraba y brindaba cada asesinato de ETA, y que condenaba los fusilamientos de terroristas asesinos de policías y guardia civiles, cuando más tarde llega al poder en 1982, no tardó en organizar un grupo armado desde las cloacas del estado y financiado con los fondos reservados para matar a esos terroristas. Fue el llamado GAL creado por el PSOE, y que sentenciaba a muerte a los terroristas por la puerta de atrás, de forma hipócrita e ilegal a diferencia del franquismo, que aunque era una dictadura no dejaba de ser un estado de derecho en el que las leyes se cumplían, lo que explica de paso su escasa delincuencia. Para mayor escarnio el GAL asesinó y secuestró a personas inocentes, por no hablar de la corrupción en el desvío de fondos reservados a los bolsillos de los policías que lo organizaron.
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