Escrito por Javier Giral Palasí.
EL “PALABRO” QUE SE INVENTÓ EL RACISTA SABINA ARANA
No hagan como algunos políticos del PP, ni como los periodistas de la cheka de la TVEx-pañola, ni como los tertulianos, ni como en general todos los analfabetos: NO REPITAN “EUSKADI”.
Resulta que es tan antigua la nación vasca, según los separatistas vascos que la sitúan en unos 5.000 años, que no se entiende que este pueblo de una raza superior no haya tenido tiempo de encontrar un nombre para su realidad nacional que por otro lado políticamente jamás ha existido, comparen con el nombre de España que se remonta a tiempos de los fenicios. Esta problemática obligó al padre racista de la patria vasca, Sabino Arana (1865-1903), a tener que crear este nombre para su patria vasca hace un siglo, y sin ningún éxito pero hasta llegar al Estado Autonómico y a la mezcla de cobardía e ignorancia que practican quienes deberían alzar su voz en defensa de España.
¿POR QUÉ EL TÉRMINO “EUSKADI” ES UNA MAJADERÍA?
El término “Euzkadi” fue creado por el racista Sabino Arana en 1896, el mismo personaje que fundó el Partido Nacionalista Vasco. No se trata de un término histórico, sino de una creación dentro de su proyecto nacionalista vasco.
El disparate se vuelve doble cuando vemos su etimología, pues Sabino Arana creó “Euzkadi” uniendo la raíz “euzko” con la terminación “di”, con la salvedad de que la raíz “Euzko” antes no existía, como no existe una raíz identificadora de la etnia vasca, pues la raíz empleada históricamente para designar el habla vasca había sido “eusk-“, con “s”, que procede de “euskera” y significa simplemente “hablar” y no se refiere a ninguna región. Posteriormente, en 1901, dio al término otra explicación: relacionó “euzko” con la palabra vasca para el sol, “eguzki”; y en cuanto al sufijo “di” de “Euzka-di” al que Sabino Arana unió esa raíz inexistente, es también otra invención equivocada, pues “di” es un sufijo para colectivos habitualmente vegetales. Es como si en vez de España dijéramos “Españoleda”. Por todo esto se ha ridiculizado al vocablo “Euzkadi” diciendo jocosamente que significa “conjunto de vegetales hijos del sol”. Finalmente los vascos acostumbrados a hablar en español en vez de decir “Euzkadi” con “z”, han preferido decir y escribir “Euskadi” que es más sencillo.
Por todo esto, Unamuno, el intelectual vasco más destacado del s. XX y que ya destacaba cuando Arana inventó el término, lo trató con desprecio:
“Ese nombre de Euzkadi, con k y todo, no quiere decir nada en vascuence ni pasa de ser una invención, bastante caprichosa por cierto, de un improvisado lingüista”; ¿Y qué diremos de esa grotesca y miserable ocurrencia de llamar Euzkadi a lo que en español se puede llamar Vasconia, en vascuence se llamó siempre Euscalerría y en ninguna habla se llamó nunca Euzkadi? Término espurio y disparatadísimo (…) como si al pueblo español le llamáramos la españoleda, al modo de pereda, robleda, manzaneda“.
LA “IKURRIÑA” YA QUE HABLAMOS DE PAYASADAS
Entre las creaciones de Sabino Arana y de su hermano, Luis Arana, cabe destacar también el de la creación de la bandera de “la patria vasca”, la ikurriña, que sigue el diseño de la bandera inglesa, la Union Jack, ya que consideraron que Inglaterra era el gran enemigo histórico de España, y por tanto la ikurriña es una bandera que representa el odio a España y es la invención de un trastornado.
Y EL RACISMO DE SABINA ARANA
Y para conocer el profundo odio y el carácter racista de Sabino Arana, y del nacionalismo vasco, contra el resto de españoles, a los que denominaba despectivamente como “maketos”, basta leer algunos de sus escritos y publicaciones. Veamos algunos de sus textos…
Dice en las páginas 627 y 628 del libro “¿Qué somos?”, de Sabino Arana, publicado en Buenos Aires (Argentina) en el año 1965 por la editorial Sabindiar-Batza:
“La fisonomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español, inexpresiva y adusta. El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos) o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero).
El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe.
El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras y sabréis que un bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos.
El bizkaino es laborioso (ved labradas sus montañas hasta la cumbre); el español, perezoso y vago (contemplad sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación).
El bizkaino es emprendedor (leed la historia y miradlo hoy ocupando elevados y considerados puestos en todas partes… menos en su patria); el español nada emprende, a nada se atreve, para nada vale (examinad el estado de las colonias).
El bizkaino no vale para servir, ha nacido para ser señor (“etxejaun”); el español no ha nacido más que para ser vasallo y siervo (pulsad la empleomanía dentro de España, y si vais fuera de ella le veréis ejerciendo los oficios más humildes).
El bizkaino degenera en carácter si roza con el extraño; el español necesita de cuando en cuando una invasión extranjera que le civilice.
El bizkaino es caritativo aun para sus enemigos (que lo digan los lisiados españoles que atestan las romerías del interior y mendigan de caserío en caserío); el español es avaro aun para sus hermanos (testigo, Santander cuando pidió auxilio a las ciudades españolas en la consabida catástrofe).
El bizkaino es digno, a veces con exceso, y si cae en la indigencia, es capaz de dejarse morir de hambre antes de pedir limosna (preguntádselo a las Conferencias de San Vicente de Paúl); el español es bajo hasta el colmo, y aunque se encuentre sano, prefiere vivir a cuenta del prójimo antes que trabajar (contad, si podéis, los millares de mendigos de profesión que hay en España y sumadlos con los que anualmente nos envía a Euskeria).
Interrogad al bizkaino qué es lo que quiere y os dirá “trabajo el día laborable e iglesia y tamboril el día festivo”; haced lo mismo con los españoles y os contestarán pan y toros un día y otro también, cubierto por el manto azul de su puro cielo y calentado al ardiente sol de Marruecos y España.
Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas y civiles y sentiréis regocijarse el ánimo al sondel “txistu”, la alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la loca más alegría; presenciad un baile español y si no os causa náuseas el liviano, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de vuestro estómago, pero decidnos luego si os ha divertido el espectáculo o más bien os ha producido hastío y tristeza.
En romerías de bizkainos rara vez ocurren riñas, y si acaso se inicia alguna reyerta, oiréis sonar una media docena de puñetazos y todo concluido; asistid a una romería española y si no veis brillar la traidora navaja y enrojecerse el suelo, seguros podéis estar de que aquel día el sol ha salido por el Oeste.
El aseo del bizkaino es proverbial (recordad que, cuando en la última guerra andaban hasta por Nabarra, ninguna semana les faltaba la muda interior completa que sus madres o hermanas les llevaban recorriendo a pie la distancia); el español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año.
La familia bizkaina atiende más a la alimentación que al vestido, que aunque limpio siempre es modesto; id a España y veréis familias cuyas hijas no comen en casa más que cebolla, pimientos y tomate crudo, pero que en la calle visten sombrero, si bien su ropa interior es “peor menealla”.
El bizkaino que vive en las montañas, que es el verdadero bizkaino es, por natural carácter, religioso (asistid a una misa por aldea apartada y quedaréis edificados); el español que habita lejos de las poblaciones, o es fanático o es impío (ejemplos de lo primero en cualquier región española; de lo segundo entre los bandidos andaluces, que usan escapulario, y de lo tercero, aquí en Bizkaya, en Sestao donde todos los españoles, que no son pocos, son librepensadores).
Oídle hablar a un bizkaino y escucharéis la más eufónica, moral y culta de las lenguas; oídle a un español y si sólo le oís rebuznar podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias.
El bizkaino es amante de su familia y su hogar (cuanto a lo primero, sabido es que el adulterio es muy raro en familias no inficionadas de la influencia maketa, esto es, en las familias genuinamente bizkainas; y cuanto a lo segundo, si el bizkaino por su carácter emprendedor se ausenta de su hogar no le pasa día en que no suspire por volver a él); entre los españoles, el adulterio es frecuente así en las clases elevadas como en las humildes, y la afección al hogar es en estas últimas nula porque no la tienen.
Por último, según la estadística, el noventa y cinco por ciento de los crímenes que se perpetran en Bizkaya se deben a mano española, y de cuatro de los cinco restantes son autores bizkainos españolizados.
Decid, pues, ahora si el bizkaino es español por su tipo, carácter y costumbres”.
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