Artículo de Javier Giral Palasí.
Franco fue el último general de relieve en sumarse al golpe de estado que preparaba el general Mola. Un día antes del asesinato del líder de la oposición José Calvo Sotelo, Franco escribía una carta a Mola aconsejando prudentemente esperar y sin sumarse todavía de forma clara al alzamiento que se organizaba. El 13 de julio de 1936 se producía el violento asesinato de Calvo Sotelo del Partido Renovación Española. La decisión de asesinar a Calvo Sotelo ya había sido tomada por la masonería el 9 de mayo anterior y lo sabemos gracias a las confesiones de Urbano Orad de la Torre a el periódico El País el 26 de septiembre de 1978. No olvidemos que los masones eran un tercio de los diputados a cortes en aquel momento, y movían su influencia entre bambalinas.
El asesinato de Calvo Sotelo no fue tampoco una represalia por el asesinato del izquierdista teniente Castillo como la propaganda suele decir, pues además de ser una decisión tomada antes por la masonería era también una provocación contra la derecha, que llevada a un pronunciamiento militar, que estimaban de escasa fuerza como fue el de Sanjurjo en 1932, sería aprovechado para aplastar a los sectores conservadores del país e imponerse y avanzar en la dirección de la “dictadura del proletariado” y la instauración de una república socialista en España.
El asesinato del teniente Castillo sigue sin esclarecerse quiénes lo llevaron a cabo, y no faltan trabajos de investigación que indican que pudo ser perpetrado por sus propios compañeros. En cambio el asesinato del líder de la derecha, José Calvo Sotelo, sí se conoce detalladamente: fue sacado de madrugada de su casa por socialistas de las fuerzas de seguridad del Estado, y recibió un tiro en la nuca de Luis Cuenca, que era guardaespaldas del diputado socialista Indalecio Prieto, como también lo era Fernando Condés, jefe de aquel grupo criminal. Aquella noche también fueron en busca de Gil Robles de la católica CEDA pero no pudieron localizarlo al estar ausente de su casa.
El asesinato de Calvo Sotelo fue el suceso que agotó el temple de Franco, pues dio su visto bueno y se sumó al golpe militar que organizaban Mola y Sanjurjo. Aquel trágico suceso fue también la gota que colmó el vaso de la España que se oponía a la revolución marxista, tras meses de violentos altercados y cientos de asesinados desde las fraudulentas elecciones de febrero de 1936. Por tanto nos encontramos ante un golpe de estado organizado por los militares, de mando militar y sólo de carácter militar, y no de ningún partido “fascista” al asalto del poder. Un alzamiento militar que derivará en una guerra civil, y que contará con mayor apoyo popular en número de voluntarios dispuestos a ingresar en las filas del ejército nacional que voluntarios tendrá el Frente Popular. No hay que olvidar que el “Frente Popular” era el nombre de la coalición de izquierdistas con el que se presentaron a las elecciones respondiendo a la consigna de la Internacional Comunista, pero no era en absoluto más popular que el bando nacional.
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